07 mayo 2008

Terapia


Vamos, cuéntame la historia, estoy seguro que algo bueno tiene.
Pero es que no es una historia concreta, no es un proyecto ni un plan. Solamente es una imagen que me viene muy seguido a la cabeza.
¿Es un sueño? Porque si es un sueño debe tener una explicación.
No, no es un sueño. Es una imagen que no alcanzo a distinguir, una sensación. Los sueños se tienen dormido, esta sensación la tengo cuando estoy despierto.


“La madera cruje, ya está muy vieja y tan dispareja que al caminar por el pasillo la duela de la sala también se mueva. Pareciera que alguien anda ahí dentro.
Camina hacia ella, prende la luz. No hay nadie. Deja la bolsa sobre la mesa de centro.
Es viernes, la semana se fue sin dejar nada memorable.”


A ver, pero si estás describiéndote.
Tal vez, pero hay algo que me es extraño, no soy yo. Me imagino como un fantasma que está viendo todo, estoy en un punto de vista neutral, muerto.
Bueno, sigue.


“Calienta algo en el microondas. Cena mientras mira la televisión acostada en un sillón. Se queda dormida con la ropa del dia y el plato sobre el vientre.”


¡Ahí está! Tu sillón tiene millones de manchitas de salsa y moronas de pan. Eres tú; escríbelo, sácalo y ya, no more problem.
¿Qué sentido tiene hacer autorretratos predecibles? Acabaría por escribir como terapia psicológica y de eso ya tenemos mucho.
Tienes razón. ¿Pero eso es todo? ¿Se duerme y ya?
No.


“El sábado comienza con los motores de la calle y el despertador. Trata de poner la mente en blanco para dormir. Cierra los ojos, cruza las manos.
Demasiados ronquidos de coches, demasiada luz entra por la ventana.
Aparta el plato y se sienta. El calor del sol le abraza la espalda. Piensa en volver a acostarse, sería inútil. Se pone de pie, se recoge el cabello y va a cambiarse.”


Nunca he entendido como es eso de poner la mente en blanco, no sé siquiera como se intenta.
Yo tampoco.
Perdón por cortarte, sigue.


“El dia avanza con los mismos ruidos de lavadora, con los mismos rincones llenos de polvo. El mismo baño y los mismos trastes en el lavadero de siempre.
Pasado el mediodía revisa la lista que está pegada en la puerta del refrigerador .Un kilo de esto, dos bolsas de aquello, tres paquetes de esto otro.
Sale del edificio, parece que hace calor. Una cuadra, un puente peatonal, otra cuadra vuelta a la derecha y llega al super.

¡Encontró todo lo que buscaba?
Son doscientos treinta con sesenta.

Vuelta a la izquierda, una cuadra, un puente peatonal… Si, hace un mucho calor.”


¿Cómo puedes tener una sensación tan detalla? Es una narración.
Es que tampoco es completamente una sensación, es una imagen muy borrosa; impresión sería la palabra adecuada. Pero deja que te cuente más.
Ok.


“Llega a la casa, cierra la puerta y avanza por el pasillo. La madera de la sala cruje. Se detiene esperando que los ruidos de la sala continúen. Alguien debería estar ahí, su mamá, una ladrón, un gato por lo menos.
Nada.
Cierra los ojos, quiere volver a dormir.

Come, recoge la mesa, lava los platos. Hojea una revista, recorre todos los canales de la televisión, vuelve a hojear la revista.
Se asoma por la ventana, ve que la gente anda por la calle. Una infranqueable tranquilidad está ahí fuera. Todo en perfecto orden, los engranes caminan a paso exacto.

Va a la recamara, abre la puerta del armario, mueve unas cajas. Saca el rifle, regresa las cajas a su lugar. Jala una silla alta para poderse sentar justo a la altura de la ventana. Abre las hojas.”


¿Estás sudando?


“Ve por la mirilla, revisa la calle. Un coche, dos viejitos, una señora, una gorda hablando por celular. ¡Una mujer parada en la esquina! Tranquila, joven; no parece pensar en nada, no parece espera a alguien, tal vez tiene la mente en blanco.

Jala el gatillo.

La mujer tirada en el suelo, no se mueve.

Una mancha roja sobre el concreto seco.

Los viejitos se acercan, la gorda grita.

Recarga el rifle contra la pared. Cierra los ojos y siente los últimos rayos del sol en la cara. Le parece escuchar crujidos de madera en el pasillo…”


Eso es bueno, al final parece que todo cobra sentido simbólico. Deberías escribirlo en primera persona, tal vez tenga mas fuerza. Pero antes ve a terapia, al contar esta última parte te aceleraste mucho.
No creo que valga la pena escribirlo, la historia se vende desde el principio, parece cliché.
Mmm… en eso también tienes razón, mejor no la escribas. Pero si ve a terapia.